martes, 16 de abril de 2013

LA LEY, IDIOMAS, LLUVIA...

Y de nuevo las almas del solar entimema
se parapetan contra las caricias del ángel, 
y una lívida niebla sin formas, que decrece, 
medita los temblores de la salvaje ley. 

Muerta de inanición entre chuscos idiomas, 
la calavera calva, presbicie y testamento, 
aletea, silente como mono que aullase,
la terca cantilena que conduce al amor. 

El decoro y los nombres, acusados por sombras,
estiran la clemencia que el embuste digiere, 
y se unen al espectro de un álamo salaz. 

El decoro, presea que uno otorga a la lágrima, 
y los nombres, negados por un juez del Oriente,
tundidos en la lluvia recelan del saber. 

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