lunes, 29 de julio de 2013

Y TE CALLÁS

Y sí: poquita cosa 
era la poesía. 
¿Te acordás? La profunda 
emoción que sentiste 
al leer tal historia...
El amor a los libros 
que tu madre traía 
del Centro, esos usados,
desmesurado amor...
Y poco más, ¿no cierto? 
Lo de Handke, la Musa 
que le dice que apenas 
una voz, sus palabras
--esas menesterosas--,
es el poema: voz 
como la de cualquiera, 
pero tuya. Y quisiste 
ser eso: vos: abrir 
la boca, balbucear
un poco de lo tuyo
en el papel... Palabras, 
nada más que palabras. 
Como las de tu madre, 
a fin de mes --y duelen,
y te callás--: "¿te queda
aún dinero?". Como 
las de cualquiera, cuando 
te conoce y pregunta 
a qué te dedicás. 

viernes, 19 de julio de 2013

MARES DE LA ESCANSIÓN

Ahora que las pulgas se retractan y duermen 
y que los alces, duchos en consumir las aguas 
leteas, se empecinan en remedar mis modos, 
tranquilos y pausados como viejos alfanjes, 
yo silbo un estribillo de dunas o de insectos 
y me calzo diademas que monjes aprontaron. 

Y los álamos gordos se distienden sin gracia, 
y los perros de jade ladran impunemente 
en medio de un fonema que, lejos de lucir, 
supura una oración de retoños sin dueño 
que, a medida que el numen de los cuatro suplicios 
en que jugué se esboza, desacomoda rostros. 

Mares de la escansión: los sillones y lizas 
se guardan, divertidos, al tiempo que las moras 
esparcen, despeinadas, turgentes, su carbunclo 
por nadie más que por el Albo, su mirilla. 

Mares sin solución: cornucopias celestes 
manotean sus bolsos y parten: panorama 
que se finge retráctil, y que suspira almejas, 
y que cae, abrasivo, frente a aquel mostrador. 

lunes, 8 de julio de 2013

LAS CUARENTA

Un narrador amigo, 
cultor de las guitarras
a lo Fripp (ese inglés 
que lidia con el caos 
metronómicamente), 
al ver que todavía 
permito que me corran
con roncas utopías
y reclamos eternos
los últimos reductos
de la Izquierda, coloca 
en sus mails argumentos 
irrefutables (ha 
escuchado lo mío 
y desde ahí me escribe) 
con los que me señala 
que no soy yo al torear, 
al salivar. El punto 
que me marca no tiene 
nada que ver con que
no tendría que hablar, 
en los poemas, de
la maldita política,
sino que insistiría 
en adherir, borrego,
a una Verdad omnímoda 
e inverosímil a estas 
alturas de la vida:
gran fantasma que sigue 
fustigando, apurando: 
la vanguardia rebelde,
juvenil, explosiva
y vehemente a que 
no dejo de adherir
medrosamente, cruel
moral de pertenencia. 
¿Qué le puedo decir 
a ese que me conoce? 
Todo depende apenas 
del famoso parate:
si me viera las canas 
en el espejo... Si
dejara que la edad, 
podando, mejorando, 
se metiese también 
con mis ideas, vagas,
adolescentes... (¡Oh!
¡Ya rondo los cuarenta!)

lunes, 1 de julio de 2013

UN GOLPE SORDO

¿Y el país? ¿Se lo ve 
desde mi casa? ¿No es, 
como quien dice, presa 
reservada a la tele,
a la radio? ¿No baila
en Facebook como flyer
--cool o choto: barato--? 
¿No es emoción pedorra,
regurgitable? ¿Le 
debo versos? Me asomo 
a la noche del patio
para fumar un pucho, 
para andar bajo el frío 
del invierno. Con pan
y sin trabajo pago, 
siento que no hay país;
que esto es un laberinto 
con fronteras más grandes
y más chicas. Y pienso 
que durar sin chistar
por deporte no es cosa
objetable... "Qom, qom", 
golpea en la mitad 
del poema, "qom, qom", 
el parche del cultrum. 
Como si, más allá 
de la farsa en que estamos,
algo dijera: "hay sangre
derramada acá cerca:
en el país", por más 
que en mi casa se escuche
tan sólo un colectivo 
que pasa. Como si 
la pregunta trajera
un golpe sordo --"qom"-- 
que en la noche restalla: 
más allá de esta muelle
duración descreída.