para Cecilia, nuevamente
Esa mano que busca
la mía, y nos dormimos;
esa pieza en que nada
incomoda o disuade;
y la casita enclenque,
que vamos mejorando;
y el jardín en que el perro
hace pozos y ladra:
marcas de un tiempo sabio
en el fondo, aunque a veces
nos apuremos, presas
de un medroso cariño.
Piedras francas y briznas
que regamos deseosos,
el tiempo nos desgasta
y seguimos sonriendo.
Piedra/brizna que cuido
como brasa de junco,
esa mano que busca
mi mano por las noches
es el mayor tesoro,
el más hondo sentido.
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