Qué pueriles que son,
en el fondo, las nuevas
canciones. Las escucho
gracias a un neo walkman
cuando salgo de casa,
cosa de que el trayecto
se aligere. ¿Leer
en el bondi? Ya no:
me mareo no bien
paso de la segunda
a la tercera página.
Y la macana es que
el celu sólo capta
emisoras potentes.
Total: como no quiero
Cadena 3, insisto
con el rock nacional
y sus pobres acordes.
Y mientras disecciono
despiadado las rimas
de Calamaro y prole
y analizo las vueltas
cuadradamente armónicas
de los diversos grupos
--porque el intelectual
no puede estar a gusto
con nada ni con nadie,
y hay que ser mala onda--,
me sorprendo de pronto
bailando imperceptible-
mente, con gestos breves,
disimulados, en
la parada de turno
y me entrego, sin más,
a una Época púber
que coordina cabezas
de rictus serenado
a través de unas calles
en las que nunca nos
han chocado, hasta ahora.
¡ojala se descubra/nos descubramos mas a menudo en movimientos de cabeza!
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