Si yo, que estuve loco, ahora puedo
decir de mí insanía
es gracias al amor. Pero los años
vividos en desgracia
son un pozo en penumbras del que a veces
salen turbios fantoches
que atacan y se van. De los amigos,
de los que así llamaba,
muy pocos se probaron resistentes
a verme hecho un guiñapo,
y muchos hoy me evitan. ¿Es que para
los salones de turno
uno puede hacer culto de franceses
a la moda que tratan
de lo anormal, y es norma, pero cuando
los más, y no exceptúo
al universitario, tienen que
tratar con el demente
retroceden, asqueados? Lo real:
un muro inexorable
aísla al que se hundió de los normales.
No eran falsos amigos,
mascullo: no pudieron soportar
la mutación. Y el pozo
nació, me digo, para atemperar
ese puñal: que pocos
permanecieron a mi lado cuando
me convertí en un negro
"andrajo autistizado".
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