De repente no hay modo
de hablar de mí. Las cosas
se acrecen. Los demás
han sido muy pacientes
con mi dolor, o nunca
supieron ni mi nombre,
y son la mayoría.
(¿Escribir? La mitad
de mi vida queriendo
que me reconocieran
por mis versos, leyendo,
entrenando...) Se ofrecen
tantos temas posibles
ahora para hacer
poemas que no sé
cuál elegir: las cosas
y las palabras casan
de otro modo, sin luto
de mi parte, por mí.
Como abriendo los ojos
a un mundo renovado;
que siempre estuvo ahí;
del que temía hablar...
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