martes, 29 de octubre de 2013

TODOS LOS FUEGOS EL FUEGO

Lo hiciste una vez más: les aceptaste 
la ¡Despertad! a los Testigos. (Tu 
abuela la leía: letra grande 
para unos ojos que llorar supieron 
tu enfermedad.) La hojeaste: la moral 
a full en un diseño mejorado: 
el vino viejo en odres nuevos. Un 
vínculo que persiste lo compensa: 
aquella anciana fue quien te acercó
la Biblia: vos la amaste en su volumen. 
Verdad que, de algún modo, aún te toca;
pero hoy leés de cosas que a la muerta 
le hubieran repugnado... Aunque, ¿quién sabe?, 
sigue la adoración, tardía: las palabras
son tu alimento, en ellas te afirmás

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