viernes, 9 de agosto de 2013

DOMOS

Un libro más. Y nada queda. Sueño
de que despierto, parto
de esa ventana y se desconfigura:
dimensión clausurada.
No lo lamento. Tomo sin apuro
otro volumen, leo.
Tal es mi modo de volver al ámbito
callado, primitivo
de la más grata intimidad/alberca:
la de seguir un curso
de letras más o menos ordenadas
que a qué conducen sino
a domos de sentido deletéreo
que de pronto se elevan
--promesas incumplibles, que confortan--
y a que es dulce trepar
sin que mayor registro quede de
mi ascenso, su temblor.

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