sábado, 15 de febrero de 2014

UNA FICCIÓN

Y después, qué. Probaste que sabías 
por medio de un poema. Hubo un silencio. 
Y nada más. Y destemplanza. (En torno, 
las cosas de tu casa. Una soprano, 
que canta a lo divino.) 
Desvalidez y resquemor. El tiempo, 
que te corroe, como siempre. Entonces 
percibiste esa sombra 
que bisbiseó, fugaz, que se gozó, 
secretamente, subrepticiamente 
(cómo decirlo; tus palabras, huesos), 
con tu exhibicionismo, la inconsciencia 
(ya no sabés cómo se escribe) que 
te gobernó, estos días --¡sos tan necio!--. 
Jactancia y vanidad. Y después, qué. 

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