domingo, 24 de noviembre de 2013

[s/t]

La cosa, en los que escriben 
queriendo ser oídos 
por sus contemporáneos, 
es atender al modo 
en que el rock interpela 
al mundo: reluctante, 
henchido de sabor. 
Porque el rock canaliza 
energía y hormonas 
reduciendo, está claro, 
la técnica al alcance 
del común de la gente. 
¿Querés fama? Aprendé, 
a lo pseudo Stravinski, 
de esa fuerza de choque 
y volcala a tus cosas. 
Parrhesía impagable. 

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