Y sí: poquita cosa
era la poesía.
¿Te acordás? La profunda
emoción que sentiste
al leer tal historia...
El amor a los libros
que tu madre traía
del Centro, esos usados,
desmesurado amor...
Y poco más, ¿no cierto?
Lo de Handke, la Musa
que le dice que apenas
una voz, sus palabras
--esas menesterosas--,
es el poema: voz
como la de cualquiera,
pero tuya. Y quisiste
ser eso: vos: abrir
la boca, balbucear
un poco de lo tuyo
en el papel... Palabras,
nada más que palabras.
Como las de tu madre,
a fin de mes --y duelen,
y te callás--: "¿te queda
aún dinero?". Como
las de cualquiera, cuando
te conoce y pregunta
a qué te dedicás.
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