lunes, 3 de febrero de 2014

PONGAMOS QUE HABLO DE MADRID

Yo tan notable, Píramo capaz 
de fintas y de ascensos, hay un Olmo 
que contribuye con 
estampas de ajo-puerro. 

Vos como Tisbe de los cuatro cirios, 
dromedario del Templo de las Hordas, 
marina refulgente 
migraña sin fe. 

Tengo pistilos duchos en sentir 
endechas y quebrantos; mis molares 
funden el queso egipcio 
que la abuela mercara. 

Tus comejenes, nido contumaz 
en que se esparce perorando ripios 
el tero de la noche, 
claman por simulacros. 

(Después, el resplandor 
de los buitres, el cero 
que se oxidó en la esquina 
de la arrogancia: palo de vagar.) 

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