Las páginas. El texto. La ficción.
Significantes lisos:
al modo en que la arena prefigura
minuciosos escorzos
y fugitivos, ronca pleamar
en que el sentido impera
por un momento para luego hundirse
o renovarse. Tablas
que la premura de la letra aferra,
birlibirloques que
miles de ilusionistas diseñaron
a la deriva de un
sordo estupor. Y el lector, que, avizor,
sobrevuela moroso
los restos del naufragio, que se salvan
al abrir el volumen.
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