La ropa sucia; el turbio
eco de un verso que
se abrasa entre las lilas
demacradas de un jueves
lejano, deleznable;
las lívidas paredes,
que reflejan el negro
replandor de una anciana
que desfallece... Parte
el colectivo que
alguna vez tendrá
que tomar, y que rueda
hacia ningún destino
previsible. Desidia
desmesurada y acre:
ella se fue entonando
díscolos ritmos y él,
a quien punza un terror
indefinido, calla
en la curva infeliz
de un río proceloso
que retuerce el aullido
menos volátil de un
tiempo infinito, terco.
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