jueves, 28 de marzo de 2013

LA MIRADA

a Sergio Sánchez 

¿Nosotros? Sí: miramos 
las cosas como por 
primera vez, y nos 
extasiamos y las
celebramos: algo hubo
que apareció sin más, 
resplandeciente y vivo, 
fastuoso en su humildad.
Pero después andamos
de sorpresa en sorpresa:
como quien colecciona;
o, y es lo más común,
adocenamos nuestra 
mirada, ya saciada
el hambre de una endeble
curiosidad. Y vamos
--¡y no somos conscientes!--
a través de una noche 
colmada de delicias 
que nacen y se extinguen
como por sortilegio. 
¡Ah, noche en que podríamos
ver las flores fugaces! 
¡Ah, mirada que, obtusa, 
deprecia porque ignora
cada relumbre o ser
que yace: primitivo,
y terrible, y ajeno! 

jueves, 14 de marzo de 2013

"SI LLUEVE, LAS CALLES SE MOJAN"

Llueve apenas, ahora: 
dos o tres gotas guachas me mojaron 
cuando salí de la 
estación de servicio, luego de 
leer noticias viejas, 
desvaríos de cuando aún no había 
habido nunca Papa 
nacido entre nosotros. La Mañana 
(¿era ese diario?) hacía
análisis de apuestas; hoy Bergoglio, 
que no era favorito 
ni mucho menos, recompensará,
20 por 1, si 
no me equivoco, al loco que predijo 
que iba a ser Papa. Grácil
la nota, de color: cualquiera puede
vincular, hoy por hoy,
la religión al juego, devolviendo
al Cristo, de este modo,
al mundo: 33 a la cabeza. 
Por mi parte, prefiero 
saber, no sólo gracias a la lógica
--esa magia vulgar--,
que la Agustín Garzón se está mojando. 

miércoles, 13 de marzo de 2013

lunes, 11 de marzo de 2013

SEDA QUE AGUAITA

Poses de sinapismo 
reconcomen la seda 
que aguaita en la vereda 
del edecán. Lo mismo 

que un gozne que chirría 
es la tripa del niño; 
cada fulgor de armiño 
puede servir de guía. 

Pelota de las cruces 
estrujadas en vano, 
repica en el hermano 
mi oración. No traduces 

el tomillo en agraz 
a mi Pampa de ordeñe, 
ni eres un odre lueñe 
que derramo sin más. 

domingo, 3 de marzo de 2013

DIOS DE LO REAL

Dice mi amor que creo 
en lo que escribo sólo 
en el momento de escribir. Qué farsa 
parece que mantengo: 
por más que me presienta
uno, indiviso, el mismo, la verdad 
que salto entre contrarias
formas de ser. Soy yo, 
lector apetecido, el que lanzó
al mundo eso que está 
ligado, pese a todo, 
a mi apellido, sí; pero también 
soy todos los demás 
que la Mejoradora 
va conociendo, y muchos otros más 
que callo, que oculté
en ese lodazal 
desahuciado que no obstante cobra,
por momentos, mayor
vida y prestancia que
nuestro presente: dios de lo real.