De repente no hay modo
de hablar de mí. Las cosas
se acrecen. Los demás
han sido muy pacientes
con mi dolor, o nunca
supieron ni mi nombre,
y son la mayoría.
(¿Escribir? La mitad
de mi vida queriendo
que me reconocieran
por mis versos, leyendo,
entrenando...) Se ofrecen
tantos temas posibles
ahora para hacer
poemas que no sé
cuál elegir: las cosas
y las palabras casan
de otro modo, sin luto
de mi parte, por mí.
Como abriendo los ojos
a un mundo renovado;
que siempre estuvo ahí;
del que temía hablar...
viernes, 30 de noviembre de 2012
domingo, 25 de noviembre de 2012
LA PROMESA
¡El vacío sin fin! Que te olvidaba
dijiste, constatando,
y --sorprendido, estupefacto, incrédulo--
me di de nuevo cuenta
de que me estaba hundiendo en la pasión
más dulce y reprobable.
Libros/vagones, lívido lector
unido a su cadena
de frases y de frisos, ciega ruta
de extático que olvida
el hambre, el sueño, la persona más
amada: las palabras
anulaban el mundo nuevamente,
nuevamente la búsqueda
más infinita, más desapegada
de todo amor, chiquita
(porque aún creo, iluso, que al pasar
la hoja --¡y no se acaban,
los libros no se acaban!-- hallaré
la Clave: negra Biblia,
inagotable, eterna), me condujo,
desorbitado, a la
nada continua, nada inapetente
del Sentido falaz.
dijiste, constatando,
y --sorprendido, estupefacto, incrédulo--
me di de nuevo cuenta
de que me estaba hundiendo en la pasión
más dulce y reprobable.
Libros/vagones, lívido lector
unido a su cadena
de frases y de frisos, ciega ruta
de extático que olvida
el hambre, el sueño, la persona más
amada: las palabras
anulaban el mundo nuevamente,
nuevamente la búsqueda
más infinita, más desapegada
de todo amor, chiquita
(porque aún creo, iluso, que al pasar
la hoja --¡y no se acaban,
los libros no se acaban!-- hallaré
la Clave: negra Biblia,
inagotable, eterna), me condujo,
desorbitado, a la
nada continua, nada inapetente
del Sentido falaz.
martes, 20 de noviembre de 2012
UN RESPIRO IMPOSIBLE
Vengo pensando últimamente que
los varios libros que junté a lo largo
de pocos lustros son los que podía
comprar en mi ciudad. Ignoro cuáles
tendría si no hablara en castellano,
pero seguro que de poesía
de Córdoba (Argentina) o de La Oronda
Buenos Aires habría poco o nada
entre mis cosas. Si viviera en Seattle
mi biblioteca albergaría textos
mayormente en inglés. Frankfurt, Marsella...
Hubiera estado bueno haber nacido,
pongamos, en Zimbabue. Porque ignoro
todo lo vinculado a sus autores,
si hay vida cultural, si están en guerra,
pero también porque ya no sabría
--probablemente; verosímilmente--
qué está pasando en Córdoba, quién manda,
qué quieren nuestras ínfulas, qué logran
y qué jamás podrán nuestros afanes.
los varios libros que junté a lo largo
de pocos lustros son los que podía
comprar en mi ciudad. Ignoro cuáles
tendría si no hablara en castellano,
pero seguro que de poesía
de Córdoba (Argentina) o de La Oronda
Buenos Aires habría poco o nada
entre mis cosas. Si viviera en Seattle
mi biblioteca albergaría textos
mayormente en inglés. Frankfurt, Marsella...
Hubiera estado bueno haber nacido,
pongamos, en Zimbabue. Porque ignoro
todo lo vinculado a sus autores,
si hay vida cultural, si están en guerra,
pero también porque ya no sabría
--probablemente; verosímilmente--
qué está pasando en Córdoba, quién manda,
qué quieren nuestras ínfulas, qué logran
y qué jamás podrán nuestros afanes.
martes, 13 de noviembre de 2012
NAVEGACIÓN SOLAR
A pesar de que nadie funge ya de censor
y de que las palabras, alguna vez heridas
por el morbo, regresan liviana, mansamente
a su seno; a pesar de que en la noche absorta
pueda hablar sin temer que cruja el corazón;
o tal vez justamente porque ahora dispongo
de dulce libertad y un horizonte abierto,
es que callo y evito, vanidad que me hundía,
aquel ritmo salaz que medía desmanes.
Fiebres en que abjuré, desordenado, injusto,
del sentido, de la posible, rechazada
por años, sucesión de pasos en la ruta
del que ve que las cosas, más allá del probable
desatino, son sólo múltiples ocurrencias
del tiempo, y que las olas de ese río invencible
acomodan y pulen el lecho, las arenas,
y que es idiota, inútil querer otros destinos
para la roca, para la desembocadura.
Que en adelante sea lo mejor navegar
en busca de más sanas provisiones, y hacer
del día y de la luz un emblema que nutra
versos que deberían mirar con más frecuencia
ese grácil cardumen, esa playa, estos remos.
y de que las palabras, alguna vez heridas
por el morbo, regresan liviana, mansamente
a su seno; a pesar de que en la noche absorta
pueda hablar sin temer que cruja el corazón;
o tal vez justamente porque ahora dispongo
de dulce libertad y un horizonte abierto,
es que callo y evito, vanidad que me hundía,
aquel ritmo salaz que medía desmanes.
Fiebres en que abjuré, desordenado, injusto,
del sentido, de la posible, rechazada
por años, sucesión de pasos en la ruta
del que ve que las cosas, más allá del probable
desatino, son sólo múltiples ocurrencias
del tiempo, y que las olas de ese río invencible
acomodan y pulen el lecho, las arenas,
y que es idiota, inútil querer otros destinos
para la roca, para la desembocadura.
Que en adelante sea lo mejor navegar
en busca de más sanas provisiones, y hacer
del día y de la luz un emblema que nutra
versos que deberían mirar con más frecuencia
ese grácil cardumen, esa playa, estos remos.
EL LECTOR ÁGRAFO
El loco confecciona
textos cuya sintaxis
produce un simulacro
de coherencia. No
dice nada, no busca
decir nada. Como un
caleidoscopio son
las palabras que agrupa
--alternancia y contraste--,
su modo de gozar.
Goce especializado
en una verba absurda
y funcional: atrás
quedó la depresión,
y, como ya no hay nada
que decir, se entretiene
con ese hacer maquínico,
que mucho se parece
al de los académicos.
¿O es que en el fondo cree
que él también lo es, y está,
previsor, acopiando
--Jardín de las Delicias--
curiosidades varias
para cuando los doctos
lo rescaten, lo estudien?
El loco se sorprende:
la falta de sentido,
y encima bien llevada,
es como un ciego que
vegetara, postrado,
y con guita, y feliz.
textos cuya sintaxis
produce un simulacro
de coherencia. No
dice nada, no busca
decir nada. Como un
caleidoscopio son
las palabras que agrupa
--alternancia y contraste--,
su modo de gozar.
Goce especializado
en una verba absurda
y funcional: atrás
quedó la depresión,
y, como ya no hay nada
que decir, se entretiene
con ese hacer maquínico,
que mucho se parece
al de los académicos.
¿O es que en el fondo cree
que él también lo es, y está,
previsor, acopiando
--Jardín de las Delicias--
curiosidades varias
para cuando los doctos
lo rescaten, lo estudien?
El loco se sorprende:
la falta de sentido,
y encima bien llevada,
es como un ciego que
vegetara, postrado,
y con guita, y feliz.
viernes, 9 de noviembre de 2012
VIDA PERRA
Ahora sigue, súbita, la huella
que el Escamandro, caña en la mejilla,
demacra y reconcome sin atisbos
de adocenar cilantros: ilusión.
Ahora, espantapájaros en duda,
repone quiebres y concita turbios,
álgidos sinapismos, y la vida
se desconcierta: como si valiese.
¿Pulso trinacrio, mecha la señal
que a los alisos y a los lisos alza,
cariátide del clima los incruentos
canibalismos, culmen, linotipia?
Ahora se desmadra, ahora exhorta,
ahora contusión y desarrollo,
ahora espasmos, luego el conductismo
y por siempre jamás amanecer.
que el Escamandro, caña en la mejilla,
demacra y reconcome sin atisbos
de adocenar cilantros: ilusión.
Ahora, espantapájaros en duda,
repone quiebres y concita turbios,
álgidos sinapismos, y la vida
se desconcierta: como si valiese.
¿Pulso trinacrio, mecha la señal
que a los alisos y a los lisos alza,
cariátide del clima los incruentos
canibalismos, culmen, linotipia?
Ahora se desmadra, ahora exhorta,
ahora contusión y desarrollo,
ahora espasmos, luego el conductismo
y por siempre jamás amanecer.
domingo, 4 de noviembre de 2012
OCÉANOS Y NUNCA
Océanos perlados y diademas del aire
escrutan los tejidos de tu memoria vil;
y la duda, que ataca como atacan las horas
el lecho de mi niño, resplandece de pronto.
Nunca comprenderías a la fétida joven
que en el osario teucro rugió por el estupro;
tampoco, entre murallas, negarías la afrenta
que sufrió de Occidente la negra marejada.
Océanos, y el culmen de los tres estampidos
--y vasijas en ciernes, y el mito de los odres--;
nunca enardecerías a la nuera del fulcro
ni te retirarías entre pieles y cellos.
escrutan los tejidos de tu memoria vil;
y la duda, que ataca como atacan las horas
el lecho de mi niño, resplandece de pronto.
Nunca comprenderías a la fétida joven
que en el osario teucro rugió por el estupro;
tampoco, entre murallas, negarías la afrenta
que sufrió de Occidente la negra marejada.
Océanos, y el culmen de los tres estampidos
--y vasijas en ciernes, y el mito de los odres--;
nunca enardecerías a la nuera del fulcro
ni te retirarías entre pieles y cellos.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)